25 de noviembre de 2010

Solo uno.

Me siento, frunciendo el entrecejo como de costumbre cuando tenemos una discursión, orgullosa te miro para ver si tú también me miras a mi, y vuelvo a quitar la mirada. Sé que me observas y sé que me notas nerviosa, y, a la vez ansiosa porque vengas a pedirme un beso, sin decir ninguna palabra, solo quiero un beso. Tú, haciendote el durito, te dedicas a hablar con los demás sabiendo que estoy deseando que vengas a por mí. Pasan apenas 5 minutos, y ya estás justo aquí, sentado a mi lado y haciendome muecas, exploto en una carcajada a lo que tu aprovechas para fundirnos en ese beso tan deseado. 


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